Club de Tobi

Anoche quedé medio dañado con la celebrada en el LTS –Aunque parezca increíble, la mayoría siguió y terminaron comiendo un filete a lo pobre en la Casa de Cena tipo 4.30 am).
UF. Musho.
Así que para la parte menos dañada de mí (mis oídos), RIKKI de Mylo -track 09 de “Destroy Rock and Roll”-, le lleva mucho pero mucho gusto a viernes, pastelito, almuerzo grupal y pre- Club de Tobi.

A ver. Rewind: De no ser por el Pollo al Coñac de mi abuela, el Tiramisú y las botellas de champaña guardadas desde tu nacimiento –y que se abren cuando tienes a tu primer hijo-, en mi familia no somos de muchas tradiciones. Sin embargo, hay una que vale por cualquiera que nos falte: el Club de Tobi.
Así, con mayúsculas.
Una vez al año (y sólo una vez al año), todos los hermanos y cuñados de la familia por parte de mi mamá -que siendo 7 hermanos son ene- nos vamos con rumbo desconocido por todo un fin de semana. Sin celulares. Sin niños. Sin esposas.
Solo los machos, machos, machos.
Para la última salida, fui nombrado el nuevo integrante del grupo, así que pude por fin saber de qué se trataba el misterioso Club de Tobi: El año antepasado –el 2004 no se hizo por falta de organización-, nos juntamos todos a la salida del trabajo (tipo 18.00 pm a más tardar) de un viernes de otoño, bolso en mano. Nos subimos en la van de uno de los “Tobianos”, con otro auto de escolta –cargado sólo de tragos, carbón y demases- y partimos rumbo a la casa de Santo Fomingo. Que, hay que decirlo, por primera vez en mi vida la encontré entretenida.
Métale conversa, métale cacho, métale poker y whisky y ron y mariscos y asado.
Y lo mejor de todo (teniendo un hijo chico, como es mi caso), métale dormir.
El secreto fue revelado: el club de los machos. El único fin de semana en que nos echamos para atrás, fumamos puros jugando poker, dejamos la tapa del water arriba, seguimos todos y cada uno de los clichés masculinos y nos cagamos de la risa hasta las 6 am.
Este año, a Curicó los andrógenos.
De ahí les cuento como nos fue.
Salud. Again.