Mis cumpleaños de chico siempre tuvieron sabor a naranjitas de jalea, a torta de la abuela, quequitos con mucha azúcar flor, bilz, pap y tapaditos. A gritos y challas y regalos de bazar de la esquina con gusto a felicidad simple.
Este fin de semana, en el cumpleaños No.9 de mi hermana chica, vi un cumpleaños comparable a 16 niños pegados frente a un televisor.
Un cumpleañomático.
15.40, Let`s Fun de Mampato. Cámara en mano, entro para grabar un cumpleaños que no merecía recordación: un salón de 300 metros cuadrados, con cabida para 300 personas sentadas en 10 mesas, las dependientes repartiendo 10 fichas por invitado y las mamás –entre ellas la mía- tomando café en una mesa con dos jarros de bebida y cero niños.
Luego de los saludos de rigor, pesco las fichas de Sebastián, lo tomo de la mano y me doy una vuelta por el lugar para filmar a los compañeros de la Vale. ¿Cuáles son? Todo está lleno de niños metidos en las máquinas, canjeando los juguetes plásticos y mirando pantallas mientras saltan o bailan o apuntan.
Nadie comparte nada. Nadie conversa nada. Nadie está con nadie.
Un rato más tarde, una pendex dice por altoparlante que van a cantar el cumpleaños de todos los niños. Todos juntos, cada uno en su mesa con sus amigos, con una torta de cuchuflí y una música pregrabada que me recordó el capítulo de Los Simpson en que unos monos tipo Jamboree Show le cantan a Bart “Feliz cumpleaños, niño o niñaaa… feliz cumpleaños a ti”.
Los nombres se confunden en el coro de una música gastadísima y con mala ecualización. Algunos niños ni pescan, porque siguen en las máquinas traga-niñez.
Un trozo de pizza, cuatro cuchiflís-torta, golosinas sabor galleta y métale bebida para pasarla.
Son electrónico. Tengo palm. Tengo celular. Tengo zapatillas raras. Soy de los que pide pizza a domicilio y encarga pelis en Bazuca. De los que habla por MSN y graba sus programas favoritos... pero no podría darle a mi hijo un cumpleaños tan impersonal y despreocupado. Ahí es donde la tecnología pasa de ayudarte a descerebrarte.Toma a los niños y olvídate de ellos. Mételos en un lugar como este, o el McDo o el Chuk E. Cheese y que se gasten las monedas y se vayan con un juguete de 100 pesos, y paga el cheque y andate a tu casa limpia de challas y de globos y de recuerdos.
Cuando me iba, me pregunté si vale la pena traspasar lo grabado.
¿De qué recuerdos me hablan?
¿Cumpleaños? No. Cumpleañomático.
16.5.05
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4 comentarios:
La palabra es niñez o ñoñez?
Lo dices por lo de las máquinas traga-niñez, o por los recuerdos de niñez? Si es por lo primero, vale con las dos acepciones -aunque ellos se creen de lo más cool). Si es por lo de la niñez, prefiero pensar en que todos tenemos en algun momento de la vida un espasmo ñoñìstico. Es parte del circle of life, no?
Grande.
Que gran post
Por suerte, estoy MUY lejos de ser mama de cumpleañomatico. El primer cumple de mi hijo fue de a de veras.
NOTABLE.
Muchos niños y muchos, muchos grandes bailando a Rafaella Carrá.
Besos
NOooo, mi niñez no tuvo nada de ñoña, fue demasiado buena, lo pasé demasiado bien...creo que por eso me costó tanto superar la adolorescencia. En mi caso, el monopolio televisivo lo tuvo canal 7 (el 3 en Val-lluvia) hasta más o menos el '88, aunque del 85 u 86 contamos con la red de televisión universitaria (RTU) que transmitía lo de canal 11 con una semana de desface (pero sólo en las tardes). De esa forma -y con toda la lluvia de Valdivia- había que ser muy creativo para entretenerse.
Igual tuve consola Atari y computador Atari con casetera y luego diskettera, pero después de completar las etapas de los juegos, había que obligatoriamente inventar otra cosa que hacer.
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