
Me tomó desprevenido. No pensé que me iba a pasar a estas alturas…
Pero pasó.
I losted it.
Me frikié.
Total y absolutamente.
...
A ver. Rewind.
Anoche me quedé trabajando en los videos de la fiesta –luego de toda una tarde entre productoras, locutores y sobreimpresiones varias-, editando y sonorizando entre cámaras y comida china como hasta la 1.30 am. De ahí, ¡POING! Suena el despertador. Salto como resorte y a la ducha sin escalas; me hago un desayuno to-go flash (mientras mi nana me ve raro, porque eso de que no me guste que me hagan mi desayuno le parece de lo más extraño), corro hasta la moto y vuelo hasta la office..
Al llegar... ZAS!
Frekeado.
Me pideron unas míseras menciones y no fui capaz.
Un texto para L-200? Nah. Nada.
Té supremo? Mmm nope. Ni una idea.
Agotado. Seco. La pesadilla del pibe.
Así que a duras penas atiné a seguir a la manada de poleras negras para la sesión fotográfica para un reportaje de La tercera sobre la “Agencia del año” – ojalá retoquen mis ojeras-, volver a mi escritorio y rumear mi bloqueo.
Tic. Tac. Tic. Tac.
A la hora de almuerzo -cuando volvía a los guiones para la fiesta y casi me jalaba una taza de café- mi buena dupla H me quita el teclado de encima y me invita-obliga a aplicar Terapia de reconstrucción.
En español, piscina, KFC y sol.
Ravotril natural. Justo lo que el doctor recomienda.
Soundtrack: back again. A las 15.00 estoy como nuevo. Cual Birdman, vuelvo al ataque. Tirando ideas. Buscando referencias. Back to rail.
Phew!... me salvé.
El resto del día -y de la noche- siguen normal: se se me ocurrió todo lo que tenía que ocurrírseme, sigo con el video a las 10.30 pm (comiendo una hamburguesa del Fast Good que sí que es good, aunque no vino nada de fast) y tecleando a velocidad crucero mientras juro y rejuro que la fiesta se viene increíble, pero olvidemos una probable secuela.
Porque de esas, solo voy a tener una secuela mental.