Tengo sobre la repisa de mi escritorio un lucky bamboo. Uno de esos tubos de cristal con un bambú verde que, de acuerdo a donde lo apuntes, "carga" de energía a tu trabajo, dinero, familia, tu suerte o tu carrera.
Y no. No lo tengo por eso, la verdad. Osea, igual trato de que -por si las moscas, vio?- esté apuntando a algún lado, entre familia y carrera... pero no. Lo tengo sólo porque es re bonito.
La cosa es que lo único que tienes que hacer para mantenerlo vivo y fresco, es cambiarle el agua cada dos semanas. Y, en esta vida de sábados y domingos en blur, wow, qué manera de servirte de calendario vital. ¿Dos semanas ya? ¡¡Como vuela el tiempo!!
Claro que vuela. Nicolás ya tiene 10 meses (¿se acuerdan cuando escribí "¡¡voy a ser papá otra vez!!); en McCann ya llevo los mismos 10 meses, Boss ya volvió de su viaje de casi 5 meses en Europa y yo, aquí, mirando el lucky bamboo mientras me preparo para una de esas semanas cortadas que sí o sí te van a pasar la cuenta. O martes doble o viernes de locura. Típico.
Se fueron dos semanas más. Se nos fueron dos semanas más.
¿Hiciste algo digno de recordar? ¿Lo pasaste como querías pasarlo?...
Porque, claro, como dice Bebe, miras a tu perro y su vida minimalista de mover la cola y tomar agua y salir a pasear... y no te cabe otra cosa que preguntarte: pasaron dos semanas. ¿Valió la pena que hayan pasado dos semanas?...
Como para pensarlo.
Porque estamos donde estamos, haciendo lo que hacemos, y no tenemos ni puta idea de para donde estamos avanzando. Te crece el pelo, te crece la barba, te cambia la vida de a cuotas... Y tú sigues acá, en la tercera pelota desde el sol, cambiándole el agua al lucky bamboo y sin el manual de instrucciones.
Ni de la plantita ni de la vida.
Y como la plantita y como la vida, no sabes para qué la tienes. Ni para qué sirve.
Así que sólo te queda disfrutarla. Sacarle el máximo de provecho.
Es la ley básica. La instrucción primordial. Esta Life for Dummies que te tocó. A ti y a todos.
Regar cada dos semanas. Recordar cada dos semanas que, efectivamente, ha pasado el tiempo.
Y que cuando estés regándola otra vez, tiene que haber valido la pena.
Algo.
Mínimo, ¿no?...
30.10.06
25.10.06
Farandu-egipcismos
Martes, 20.30 pm.
Un pie saliendo del taxi, el otro (casi tan apurado como el primero) ya cruzando el portal de “El Parrón”. ¿Por? Evento de prensa para la Cumbre del Rock.
The client, Capel, a un costado conversando con una copa en la mano.
Qué me dijeron a mi.
Ayer fue uno de esos típicos días que les suelo contar: de farandulero a egipcio, y de egipcio a farandulero; non stop. En la mañana, jurado de un concurso de publicidad de universidades (oh, decepción; al menos sé que las nuevas generaciones, estas que vi ayer, no nos van a aserruchar el piso) en el Salón del Automóvil.
Y de ahí, como premio a la lata, tuve la suerte de pasearme por entre los Masseratis y Porsches y Autos Concepto –Peugeot la cagó- y promotoras argentinas (que hasta yo que estoy acostumbrado me dejaron plop) sin nadie que me molestara. Sin vidrios cochinos y papeles en el suelo.
El Salón entero para mí solo.
Perdón, para mi y el puñado de mechones que seguía con la jeta pegada al Clio que regala la Rock and Pop. Pero eso da para un post completo. ¿Te quedarías 52 horas con los labios pegados a un auto con tal de ganártelo?
Not me.
Neeeeeext.
Así que heme aquí, martes en la noche, luego de un día de divismos/egipcismos, ups and downs, con mucha pega y muchas cosas en la cabeza, tomando uno de los malditos-no-puedo-resistir Mango Sours Capel. Y no es de vendido. De verdad que es mi última debilidad.
Y si los hago yo, con harto hielo en una coctelera y batiéndolo hasta convertirlo en una crema helada y dulce… aaagh. Alcohólico Anónimo instantáneo.
Pero volvemos. Parrón. Capel. Mango. Y yo sin haber comido nada aún.
Mala mezcla.
Y el bamboleo que me empieza antes de que la Nicole, Javiera, Neira y otro más empiecen un “mini unplugged” de Amor violento de "Los Tres".
Y yo ahí. En primera fila. Casi tocando la guitarra, copa en mano y mirando de reojo a la fauna rockera nacional.
Son poquitos, ah? Los mismos de siempre.
Es que hay que ser bien aperrado para subsistir a guitarreos, acá en shilito.
Todos a pulso. Todos fuera de las multinacionales y, en casos como Difuntos Correa, aún así ganando discos de oro.
Grande, cabros. Seguid así. Que nosotros nos encargamos de que se publicite.
Y no estoy siendo retórico. Porque esta vez, el “Puro Chile” va en serio.
Espérense nomás. Cumbre del Rock. Se viene. Tomen Capel y paguen la mitad.
Y chuáaaan... Un arañazo de guitarra que se queda flotando hasta apagarse.
La luz que se enciende.
Aplausos.
Y las bandejas, gloriosas bandejas, que llegan justo para salvarme de la curadera.
Empanaditas de pino fritas, sopaipillas de cóctel con pebre, brochetas.
¿Piscolita? Guenoyá.
Puro Chile.
Puro comer para pasar la ebriedad.
Ya, poh. Ahí vamos.
Un pie saliendo del taxi, el otro (casi tan apurado como el primero) ya cruzando el portal de “El Parrón”. ¿Por? Evento de prensa para la Cumbre del Rock.
The client, Capel, a un costado conversando con una copa en la mano.
Qué me dijeron a mi.
Ayer fue uno de esos típicos días que les suelo contar: de farandulero a egipcio, y de egipcio a farandulero; non stop. En la mañana, jurado de un concurso de publicidad de universidades (oh, decepción; al menos sé que las nuevas generaciones, estas que vi ayer, no nos van a aserruchar el piso) en el Salón del Automóvil.
Y de ahí, como premio a la lata, tuve la suerte de pasearme por entre los Masseratis y Porsches y Autos Concepto –Peugeot la cagó- y promotoras argentinas (que hasta yo que estoy acostumbrado me dejaron plop) sin nadie que me molestara. Sin vidrios cochinos y papeles en el suelo.
El Salón entero para mí solo.
Perdón, para mi y el puñado de mechones que seguía con la jeta pegada al Clio que regala la Rock and Pop. Pero eso da para un post completo. ¿Te quedarías 52 horas con los labios pegados a un auto con tal de ganártelo?
Not me.
Neeeeeext.
Así que heme aquí, martes en la noche, luego de un día de divismos/egipcismos, ups and downs, con mucha pega y muchas cosas en la cabeza, tomando uno de los malditos-no-puedo-resistir Mango Sours Capel. Y no es de vendido. De verdad que es mi última debilidad.
Y si los hago yo, con harto hielo en una coctelera y batiéndolo hasta convertirlo en una crema helada y dulce… aaagh. Alcohólico Anónimo instantáneo.
Pero volvemos. Parrón. Capel. Mango. Y yo sin haber comido nada aún.
Mala mezcla.
Y el bamboleo que me empieza antes de que la Nicole, Javiera, Neira y otro más empiecen un “mini unplugged” de Amor violento de "Los Tres".
Y yo ahí. En primera fila. Casi tocando la guitarra, copa en mano y mirando de reojo a la fauna rockera nacional.
Son poquitos, ah? Los mismos de siempre.
Es que hay que ser bien aperrado para subsistir a guitarreos, acá en shilito.
Todos a pulso. Todos fuera de las multinacionales y, en casos como Difuntos Correa, aún así ganando discos de oro.
Grande, cabros. Seguid así. Que nosotros nos encargamos de que se publicite.
Y no estoy siendo retórico. Porque esta vez, el “Puro Chile” va en serio.
Espérense nomás. Cumbre del Rock. Se viene. Tomen Capel y paguen la mitad.
Y chuáaaan... Un arañazo de guitarra que se queda flotando hasta apagarse.
La luz que se enciende.
Aplausos.
Y las bandejas, gloriosas bandejas, que llegan justo para salvarme de la curadera.
Empanaditas de pino fritas, sopaipillas de cóctel con pebre, brochetas.
¿Piscolita? Guenoyá.
Puro Chile.
Puro comer para pasar la ebriedad.
Ya, poh. Ahí vamos.
Porque un mango sour violento me tambaleó...
23.10.06
Res(e)t
La imagen es esta: pasto.
Eso. Pasto. Pasto verde. Tan verde como cuando cierras un ojo y llevas puestos esos lentes 3D.
A un lado, tus chalas tiradas; una botella de Vital sobre un chal blanco… Y unas patas regordetas que se mueven entre gorgeos.
Olor a pasto. Olor a colonia de guagua. Olor a perro. Pero no ese olor a perro. Olor a tu perro; recién bañado y esponjoso y con sus patas de algodón encima de ti.
Ah, y una cola peluda a un lado. Un borrón en beige que entra y sale de tu visión periférica.
Sábado en el parque. Solos Nicolás, la Mopa –que, como cualquier mujer, va a la peluquería y le cambia la autoestima; se cree la raja- y, claro, yo. Agarrando a mi guatón de 9 meses y jugando con él. Creyéndome que estamos de vacaciones y a mis espaldas está la piscina.
La Mopa, corriendo y perdiéndose por dos minutos, para volver y sentarse como si nada en el chal.
Sale, patuda.
Y el sol. Y los árboles. Y nada más.
Nada más.
Esto es descansar, señores.
Esto es.
* * *
La otra imagen es esta: mi cama, con esa pátina anaranjada que le dan las cortinas cerradas con el sol pegándoles desde fuera. Y las manchas verdes que te llegan de los cuadros, de los cojines. Blancos y pistachos y naranjas. Enviroment designed for your relax. Y el libro de Chuck Palahniuk que se lee al ritmo de un disco de chill-out. Y tú sentado en el bergiere de tela blanca, con los pies sobre el plumón blanco y el viento tibio que entra por los ventanales abiertos.
Y el sonido de las hojas al pasar.
Y nada más.
Eso, también es descansar señores.
Eso también.
* * *
La última imagen es esta: Una bandeja con quesitos, papitas, aceitunas, frutillas y una michelada en el velador. Y la Romi a un lado y el control en la mano… y PLAY.
Play. Nada más.
Nada más.
Eso. Pasto. Pasto verde. Tan verde como cuando cierras un ojo y llevas puestos esos lentes 3D.
A un lado, tus chalas tiradas; una botella de Vital sobre un chal blanco… Y unas patas regordetas que se mueven entre gorgeos.
Olor a pasto. Olor a colonia de guagua. Olor a perro. Pero no ese olor a perro. Olor a tu perro; recién bañado y esponjoso y con sus patas de algodón encima de ti.
Ah, y una cola peluda a un lado. Un borrón en beige que entra y sale de tu visión periférica.
Sábado en el parque. Solos Nicolás, la Mopa –que, como cualquier mujer, va a la peluquería y le cambia la autoestima; se cree la raja- y, claro, yo. Agarrando a mi guatón de 9 meses y jugando con él. Creyéndome que estamos de vacaciones y a mis espaldas está la piscina.
La Mopa, corriendo y perdiéndose por dos minutos, para volver y sentarse como si nada en el chal.
Sale, patuda.
Y el sol. Y los árboles. Y nada más.
Nada más.
Esto es descansar, señores.
Esto es.
* * *
La otra imagen es esta: mi cama, con esa pátina anaranjada que le dan las cortinas cerradas con el sol pegándoles desde fuera. Y las manchas verdes que te llegan de los cuadros, de los cojines. Blancos y pistachos y naranjas. Enviroment designed for your relax. Y el libro de Chuck Palahniuk que se lee al ritmo de un disco de chill-out. Y tú sentado en el bergiere de tela blanca, con los pies sobre el plumón blanco y el viento tibio que entra por los ventanales abiertos.
Y el sonido de las hojas al pasar.
Y nada más.
Eso, también es descansar señores.
Eso también.
* * *
La última imagen es esta: Una bandeja con quesitos, papitas, aceitunas, frutillas y una michelada en el velador. Y la Romi a un lado y el control en la mano… y PLAY.
Play. Nada más.
Nada más.
20.10.06
¡Por fin!
Ya. Se fue. Salió. Nuestra nueva campaña. La razón por la que no he escrito mucho ultimamente.
O una de ellas, la verdad. Que se viene harta cosa.
O una de ellas, la verdad. Que se viene harta cosa.
13.10.06
Tic tac
El tictac de la lluvia es más lento que el del reloj.
De más que los confundo. De más que por eso que el día anda en cámara lenta.
Me carga la lluvia. Me desarma todo mi sistema moto-almuerzo-en-el-depto-paseo-de-relajo-por-santiago. Encerrado.
Lateado.
Y bueh.
Me traje lasagna de la Romi y aproveché de ver Lost. Tercera temporada, segundo capítulo.
Afuera, llueve. Adentro, sonidos apagados y conversaciones de pasillo.
Ando medio encañado. Quizás por eso la lata. El Gatorade que me tomé en el taxi –dícese de mi desayuno- no me hizo ni cosquillas.
Anoche fui a la comida de la ANDA. Muchas corbatas, muchos conocidos; la comida bien, el show muy divertido. Y a la vuelta una bolsota de los auspiciadores que más parecía saco con muerto adentro.
De hecho había que ir a buscarlo en auto y los tipos te lo echaban al auto.
Paf! Y se notaba el peso.
Lleno de cosas. Cafés, bebidas isotónicas, llaveros, peluches, jabones, chocolates.
Hasta servilletas venían.
La Romi me ve llegar, y de puro cabra chica se pone a sacar la cosas y se desvela hasta las 4 am. Já. La escucho por teléfono y parece que simplemente no hubiera dormido.
Antes de eso, sesión fotográfica con Gabriel. La campaña está filete. Las fotos, idem. Es que es seco, Gabriel. Me mostró un proyecto que está haciendo y, wow. Seco. Y como mi compadre es producido, y venía el cliente y, ya, nos gusta la parafernalia, nos tenía chef, champaña y música ad-hoc para hacer las mil horas de sesión más gratas.
Así que haciendo como que no estoy a dieta y no tengo una comida más rato.
Disfrutando esto de la publicidad. Que en una semana te pasea de egipcio a rock star non stop. En los ratos muertos, aproveché de usar y babear por el PSP (Portable Play Station) del Pollo y hojear la millonada de revistas esparcidas por el loft-estudio de G.
Onderismo de jueves.
Pero ya no es jueves. Es viernes. Y llueve.
En MSN, Suena el celu. Brown.
“¡Gueón, estoy viendo el segundo capítulo de Lost, la tercera temporada!”.
Igual que yo.
Que increíble que es la tecnología. Todos en la misma. El capítulo salió recién hace unos días y ya está acá. En chile. A la cresta.
Mientras, afuera, llueve.
Tic. Tac. Tic. Tac.
Como el reloj, pero apagado.
Sonido pajero. Soundtrack de viernes.
Me carga la lluvia.
Me encantan los viernes.
...
Mmya. Dejémoslo en empate.
De más que los confundo. De más que por eso que el día anda en cámara lenta.
Me carga la lluvia. Me desarma todo mi sistema moto-almuerzo-en-el-depto-paseo-de-relajo-por-santiago. Encerrado.
Lateado.
Y bueh.
Me traje lasagna de la Romi y aproveché de ver Lost. Tercera temporada, segundo capítulo.
Afuera, llueve. Adentro, sonidos apagados y conversaciones de pasillo.
Ando medio encañado. Quizás por eso la lata. El Gatorade que me tomé en el taxi –dícese de mi desayuno- no me hizo ni cosquillas.
Anoche fui a la comida de la ANDA. Muchas corbatas, muchos conocidos; la comida bien, el show muy divertido. Y a la vuelta una bolsota de los auspiciadores que más parecía saco con muerto adentro.
De hecho había que ir a buscarlo en auto y los tipos te lo echaban al auto.
Paf! Y se notaba el peso.
Lleno de cosas. Cafés, bebidas isotónicas, llaveros, peluches, jabones, chocolates.
Hasta servilletas venían.
La Romi me ve llegar, y de puro cabra chica se pone a sacar la cosas y se desvela hasta las 4 am. Já. La escucho por teléfono y parece que simplemente no hubiera dormido.
Antes de eso, sesión fotográfica con Gabriel. La campaña está filete. Las fotos, idem. Es que es seco, Gabriel. Me mostró un proyecto que está haciendo y, wow. Seco. Y como mi compadre es producido, y venía el cliente y, ya, nos gusta la parafernalia, nos tenía chef, champaña y música ad-hoc para hacer las mil horas de sesión más gratas.
Así que haciendo como que no estoy a dieta y no tengo una comida más rato.
Disfrutando esto de la publicidad. Que en una semana te pasea de egipcio a rock star non stop. En los ratos muertos, aproveché de usar y babear por el PSP (Portable Play Station) del Pollo y hojear la millonada de revistas esparcidas por el loft-estudio de G.
Onderismo de jueves.
Pero ya no es jueves. Es viernes. Y llueve.
En MSN, Suena el celu. Brown.
“¡Gueón, estoy viendo el segundo capítulo de Lost, la tercera temporada!”.
Igual que yo.
Que increíble que es la tecnología. Todos en la misma. El capítulo salió recién hace unos días y ya está acá. En chile. A la cresta.
Mientras, afuera, llueve.
Tic. Tac. Tic. Tac.
Como el reloj, pero apagado.
Sonido pajero. Soundtrack de viernes.
Me carga la lluvia.
Me encantan los viernes.
...
Mmya. Dejémoslo en empate.
10.10.06
Numbers
Días de relajo: 3
Calor máximo registrado: 37º (Isla de Maipo; holly microweather, batman!)
Piqueros realizados: de 8 a 9 (¿guatazo-sin-querer vale?)
Libros leídos: 2 (Rayuela, que lo sigo; y El anillo de Tolkien)
Discos más escuchados: 4. Is this it, de The Strokes; Cidade de Deus; Folklore de Nelly Furtado y Kasabian.
Tragos oficiales del finde: 2. Michelada y Mango Sour home-made.
Programas de tv vistos: 0.
Películas vistas: 0.
Horas de sueño promedio: 10.
Tacos registrados a la vuelta: 0.
Así da gusto, peh.
Calor máximo registrado: 37º (Isla de Maipo; holly microweather, batman!)
Piqueros realizados: de 8 a 9 (¿guatazo-sin-querer vale?)
Libros leídos: 2 (Rayuela, que lo sigo; y El anillo de Tolkien)
Discos más escuchados: 4. Is this it, de The Strokes; Cidade de Deus; Folklore de Nelly Furtado y Kasabian.
Tragos oficiales del finde: 2. Michelada y Mango Sour home-made.
Programas de tv vistos: 0.
Películas vistas: 0.
Horas de sueño promedio: 10.
Tacos registrados a la vuelta: 0.
Así da gusto, peh.
5.10.06
4.10.06
Pause
Son las 23.49 de la noche y sigo en la oficina.
Perdón. Seguimos.
Mi otrora pulcro escritorio yace bajo repollitos de papeles, cajas de DVDs, vasitos de mocachinos y hojas rayadas. En ese orden. Su crujido (el de las hojas, porque el crujido de las cabezas pensantes es silencioso) se confunde con el tecleo surround.
Mientras, otro computador, un par de metros más allá, se volvió loco y se cree Elvis. Nunca le he entendido una palabra de lo que canta pero sigo el ritmo con mi zapatilla sobre el papelero.
De ahí Depeche Mode. De ahí Aimee Mann. De ahí me paro y camino dos pasos y tomo impulso y me quedo apoyado entre los cubículos, con los brazos tensos.
Mirando la oficina desde arriba.
Las botellas de coca-cola un poco más allá.
El silencio, un poco más allá.
Gente que apagó los computadores y está viendo tele o chupando o durmiendo, más allá.
Me bajo. Auch. Me falta ir al gym, o algo. Pero con qué tiempo. Entre la pega y la familia, no me quedan ni ganas ni tiempo ni energía.
Feliz año nuevo. Doce o`clock.
Vuelvo. Pienso en pararme otra vez por un mocachino. Otro. Pero nah. Sushi y café no combinan.
Además, qué cafeína. Las ideas están re buenas (ahora “Perfume”, de BajoFondo; creo que es mío), y con eso basta.
Dos latas de chelas y una de coca frente a mi. Me falta una idea más para radio y terminamos.
Ahora Bebe. Y el humo de pucho que me llega a la cara. Agh, saca esa mierda, Pollo.
Él sigue con sus avisos, yo con mi put-radio. Tengo que terminar la tercera idea. Las otras dos están increíbles. Y la línea del Leo también está de pelos. Vamos que se puede. La gráfica está casi lista. Aprobada hace horas.
Falta la puta última frase de radio.
Mañana, reunión. Rica la cara. Pero de ahí presentamos. Salto en bungee. O ganamos o perdemos.
Ganamos. Seguro.
Pero falta una frase más. Una puta frase más. Y Blind Melon empieza y paro y miro lo que he escrito. Click. Mucho relajo. Mejor sigo con la radio.
Perdón. Seguimos.
Mi otrora pulcro escritorio yace bajo repollitos de papeles, cajas de DVDs, vasitos de mocachinos y hojas rayadas. En ese orden. Su crujido (el de las hojas, porque el crujido de las cabezas pensantes es silencioso) se confunde con el tecleo surround.
Mientras, otro computador, un par de metros más allá, se volvió loco y se cree Elvis. Nunca le he entendido una palabra de lo que canta pero sigo el ritmo con mi zapatilla sobre el papelero.
De ahí Depeche Mode. De ahí Aimee Mann. De ahí me paro y camino dos pasos y tomo impulso y me quedo apoyado entre los cubículos, con los brazos tensos.
Mirando la oficina desde arriba.
Las botellas de coca-cola un poco más allá.
El silencio, un poco más allá.
Gente que apagó los computadores y está viendo tele o chupando o durmiendo, más allá.
Me bajo. Auch. Me falta ir al gym, o algo. Pero con qué tiempo. Entre la pega y la familia, no me quedan ni ganas ni tiempo ni energía.
Feliz año nuevo. Doce o`clock.
Vuelvo. Pienso en pararme otra vez por un mocachino. Otro. Pero nah. Sushi y café no combinan.
Además, qué cafeína. Las ideas están re buenas (ahora “Perfume”, de BajoFondo; creo que es mío), y con eso basta.
Dos latas de chelas y una de coca frente a mi. Me falta una idea más para radio y terminamos.
Ahora Bebe. Y el humo de pucho que me llega a la cara. Agh, saca esa mierda, Pollo.
Él sigue con sus avisos, yo con mi put-radio. Tengo que terminar la tercera idea. Las otras dos están increíbles. Y la línea del Leo también está de pelos. Vamos que se puede. La gráfica está casi lista. Aprobada hace horas.
Falta la puta última frase de radio.
Mañana, reunión. Rica la cara. Pero de ahí presentamos. Salto en bungee. O ganamos o perdemos.
Ganamos. Seguro.
Pero falta una frase más. Una puta frase más. Y Blind Melon empieza y paro y miro lo que he escrito. Click. Mucho relajo. Mejor sigo con la radio.
2.10.06
About a book
Mis ganas por escribir comenzaron el día en que tomé un libro de Cortázar que me regaló mi abuela y empecé a leerlo.
Wow.
Fue hace tiempo. Hace años. El gustito nunca lo dejé. O sí; no sé. Me lo quitaron. Fue el tiempo. La falta de. El trabajo. Qué se yo.
Y, claro, ahora parte de mi trabajo es escribir. Not the same, tough. Guiones y frases de radio. Literatura de consumo; historias de 45 segundos con reducción a 30.
El gustillo literario ese -que definitivamente es otro; porque tiene más sabor a tinta y papel crujiendo que a croqueras y powerpoints- me volvió de zopetón en algún momento del sábado. Cuando el reloj andaba en cámara lenta y la tarde teñía de dorado el bergiere de mi pieza.
Dejé la música sonando en mi pieza. Con la Mopa pisándome los talones y aprovechando el silencio Sci-Fi que rondaba mi depto (los niños estaban durmiendo y la Romi andaba en el súper), caminé hasta la pieza de estar, le eché una mirada a mis libros... Y me encontré cara a cara con "eso". El único bloque de hojas que no he sido capaz de leerme de corrido.
Mi némesis.
Así que lo tomé, lo abrí... Y lo empecé.
Tinta. Hojas crujiendo. El reloj que dejó su cámara lenta para irse definitivamente a un fade-out.
...
"Rayuela", here we go.
Wow.
Fue hace tiempo. Hace años. El gustito nunca lo dejé. O sí; no sé. Me lo quitaron. Fue el tiempo. La falta de. El trabajo. Qué se yo.
Y, claro, ahora parte de mi trabajo es escribir. Not the same, tough. Guiones y frases de radio. Literatura de consumo; historias de 45 segundos con reducción a 30.
El gustillo literario ese -que definitivamente es otro; porque tiene más sabor a tinta y papel crujiendo que a croqueras y powerpoints- me volvió de zopetón en algún momento del sábado. Cuando el reloj andaba en cámara lenta y la tarde teñía de dorado el bergiere de mi pieza.
Dejé la música sonando en mi pieza. Con la Mopa pisándome los talones y aprovechando el silencio Sci-Fi que rondaba mi depto (los niños estaban durmiendo y la Romi andaba en el súper), caminé hasta la pieza de estar, le eché una mirada a mis libros... Y me encontré cara a cara con "eso". El único bloque de hojas que no he sido capaz de leerme de corrido.
Mi némesis.
Así que lo tomé, lo abrí... Y lo empecé.
Tinta. Hojas crujiendo. El reloj que dejó su cámara lenta para irse definitivamente a un fade-out.
...
"Rayuela", here we go.
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