Entre el stress del nuevo trabajo y la época dieciochera que nos engulle poco a poco el hígado y el closet, desde hace un tiempo que estoy (re)disfrutando mi colección de documentales y películas de diseño y arte. Art and Copy, Objectified... y, mis amigos ya lo saben bien, el minimalismo de la escuela de Dieter Rams y Braun son uno de mis deleites. "Helvetica", un documental hecho en el 2007 para celebrar los 50 años de esta genial tipografía, es uno de mis favoritos. Y si no la han visto, acá le doy un par de razones.
Primero, porque es sin lugar a dudas la tipografía más simple, clásica y neutra del mundo. Creada en una época en que las guerras estaban terminando, y que el modernismo estaba en su auge, Helvetica -justamente nacida en Suiza- da cuenta de la neutralidad por sobre el fondo: lo que importa, es el contenido.
Segundo, porque -tal como con Objectified o Urbalized-, es una maravilla escuchar hablar a gente que realmente ama lo que hace. Y el solo comienzo del documental, con un viejito que lentamente arma y junta letras entintadas y gastadas, para poner un pequeño trozo de papel blanco, pasar un rodillo y crear el título de la película.
Tercero, porque en este mundo de iPads, nubes y nanotecnología, escuchar hablar a gente de esa época, contándonos cuanto se demoraban en hacer un solo afiche (y para qué hablar de una tipografía)... es ese tipo de cosas que, para mi al menos, son la versión intelectual de comerse un chocolate belga: un deleite (sí, he usado esa palabra 3 veces en este solo posteo) que simplemente se los puedo resumir en: veanla. Hoy.
Helvética, de Gary Hustwit.
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