La afonía producto del Karaoke del sábado, dio paso a un resfrío que no me
dejó en todo el día. Parezco Rodolfo el Reno.
Son las 11.41 del primer día completo en Río, y la cosa partió así:
1. Una dormida de más de 8 horas, sin perros en los pies ni despertadores
chillones. Simplemente abrir los ojos, luego las cortinas, luego la ducha.
Y salí a desayunar como sólo en Rio podría hacerse: mucha fruta tropical,
mucha sonrisa perlada, mucha gente corriendo más allá de la ventana,
frente al mar. 2. Luego enfilar a Pan de Azucar, maravillarse del paisaje, ver a lo lejos
el Cristo Redentor rodeado de nubes oscuras y tronares lejanos -menos mal
que Cruncho me convenció de ir otro día-; y luego volver al hotel.
3. Revisar unos mails, ver el reloj y recordar que la primera jura parte a
las 14,30. Son apenas las 11.30 cuando vuelvo a salir, caminando
tranquilamente por la costanera hacia Ipanema. No pretendo llegar hasta
allá -son más de 3 kilómetros-, pero sí disfruto a la gente que corre
feliz por la calle- cerrada por hoy-, juega en la arena fútbol ó boley, y
conversa animadamente en las sillas arrendadas ó las mesitas de los
"postos", tomando "coco gelado", "cerveijas" o comiendo algo.
4. Quien lo diría, son las 13,00 y llego hasta el final de Copacabana.
Unas cuadras antes, me saco las chalas, me voy caminando por la arena y
todo el agua. No es tibia como en el caribe. Apenas como en el norte de
Chile. Y ya me he sonado como 12 veces desde que salí. Rashos.
5. Posto No.6, el último de la "praia". Pido un coco gelado y camarones
fritos, muy crocantes y con limón. Los camarones demoran. Pido otro coco
gelado. Me ofrecen joyería artesanal, me piden plata, pasan perros que
ladran y gente loca que grita cosas. Disfruto todo tranquilamente. No me
como todos los camarones. Me voy a arrepentir más rato. Pago 40 reales
(unos 20 dólares).
6. Luego un taxi de vuelta, y comienza la jura. Ruda la jura. 168 piezas,
de las cuales vemos casi todas. Pocas piezas chilenas. Algunas pasan sin
pena ni gloria. Muchísimas brasileñas, y casi todas en portugués. Me como un sandwich con la última deliberación. El rollo completo de
confort que me traje en algún momento ya se acabó, y mi nariz se siente -y
se ve- como la de un payaso. Fuck. De salir, ni hablar. Así que mi día termina alegandole a Entel que no tengo Roaming,
conversando con la Romi por Skype, viendo el último capítulo de Mad men en
cama y comiendo un chocolatito suizo. Y harta agua, que mañana sigue más
rudo aún.
dejó en todo el día. Parezco Rodolfo el Reno.
Son las 11.41 del primer día completo en Río, y la cosa partió así:
1. Una dormida de más de 8 horas, sin perros en los pies ni despertadores
chillones. Simplemente abrir los ojos, luego las cortinas, luego la ducha.
Y salí a desayunar como sólo en Rio podría hacerse: mucha fruta tropical,
mucha sonrisa perlada, mucha gente corriendo más allá de la ventana,
frente al mar. 2. Luego enfilar a Pan de Azucar, maravillarse del paisaje, ver a lo lejos
el Cristo Redentor rodeado de nubes oscuras y tronares lejanos -menos mal
que Cruncho me convenció de ir otro día-; y luego volver al hotel.
3. Revisar unos mails, ver el reloj y recordar que la primera jura parte a
las 14,30. Son apenas las 11.30 cuando vuelvo a salir, caminando
tranquilamente por la costanera hacia Ipanema. No pretendo llegar hasta
allá -son más de 3 kilómetros-, pero sí disfruto a la gente que corre
feliz por la calle- cerrada por hoy-, juega en la arena fútbol ó boley, y
conversa animadamente en las sillas arrendadas ó las mesitas de los
"postos", tomando "coco gelado", "cerveijas" o comiendo algo.
4. Quien lo diría, son las 13,00 y llego hasta el final de Copacabana.
Unas cuadras antes, me saco las chalas, me voy caminando por la arena y
todo el agua. No es tibia como en el caribe. Apenas como en el norte de
Chile. Y ya me he sonado como 12 veces desde que salí. Rashos.
5. Posto No.6, el último de la "praia". Pido un coco gelado y camarones
fritos, muy crocantes y con limón. Los camarones demoran. Pido otro coco
gelado. Me ofrecen joyería artesanal, me piden plata, pasan perros que
ladran y gente loca que grita cosas. Disfruto todo tranquilamente. No me
como todos los camarones. Me voy a arrepentir más rato. Pago 40 reales
(unos 20 dólares).
6. Luego un taxi de vuelta, y comienza la jura. Ruda la jura. 168 piezas,
de las cuales vemos casi todas. Pocas piezas chilenas. Algunas pasan sin
pena ni gloria. Muchísimas brasileñas, y casi todas en portugués. Me como un sandwich con la última deliberación. El rollo completo de
confort que me traje en algún momento ya se acabó, y mi nariz se siente -y
se ve- como la de un payaso. Fuck. De salir, ni hablar. Así que mi día termina alegandole a Entel que no tengo Roaming,
conversando con la Romi por Skype, viendo el último capítulo de Mad men en
cama y comiendo un chocolatito suizo. Y harta agua, que mañana sigue más
rudo aún.
Posted via email from Ritalin.
1 comentario:
Me gustó mucho tu relato tan detallado de tu paseo por esa hermosa ciudad. Una de las mejores cosas que tiene es la variedad de hoteles en río de janeiro, hay cerca de la playa, hoteles 5 estrellas, albergues, hostels, etc. Y los precios también son muy variados por lo que hay mucho turismo y de todas partes del mundo. Saludos
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