Cuando partí la universidad, en el `95, todavía se usaban los cassettes. Y lo máximo de lo máximo, era hacer un cassette compilado en Cromo.
Comprenderán que en esa época, primer año mechón, con todas las caras nuevas, estilos nuevos y música saliendo a borbotones de todas las fiestas de primer año, era un “must” andar trayendo en mi mochila un cassette de aquellos. De 90 minutos. Lo llamé “Parasitum”, porque esa era exactamente su función: parasitar de los “top five” de cada equipo de sonido de cada fiesta a la que iba.
Más que música, era como una cámara de video mental. Con sensaciones, olores y recuerdos pegados en cada canción.
Pasaron los años. Y con el tiempo, “Parasitum” se volvió una institución entre mis amigos. Era lo último, lo mejor o más freak que todo el grupo venía escuchando por esos días...
Imagínense cuando empecé a trabajar. A ver comerciales de afuera, con sus canciones mega-pegajosas. Cuando empecé a viajar.
En ese entonces, ya habíamos pasado del cassette al cd. Y del CD al DVD en mp3. Y de ese, incluso, al iPhone.
Y ahí sigue Parasitum. En su versión ¿30? ¿40?...
Ya perdí la cuenta. Pero sigue. Y hoy, estreno uno más. Una mezcla rarísima de la música para comerciales que quiero usar, las canciones que escuché en mis últimos viajes, recuerdos, películas y momentos que están pasando ahora mismo.
Como una cámara de video mental.
Posted via email from Ritalin.
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