Cuando empece a trabajar, por allá por 1999, jamás pensé que la tecnología nos sacaría de nuestra comodidad mediática de los últimos 40 años (Televisión, Radio, Vía Pública) y nos estamparía en la cara unos lentes con realidad aumentada. Ni menos que los celulares, estos aparatos móviles para HABLAR, serían en unos años un minicomputador omnipresente y tan vital como el aire. Hace 13 años, cuando partí, todavía había ilustradores con lápices de colores en su mesa. Ceniceros en cada mesa. Acetatos para presentar.
Tampoco pensé jamás que tendría tan buena suerte con la combinación entre mis hobbies y mi trabajo: como publicista uní mi fanatismo por la música (jingles), la escritura (guiones y textos), la actuación (presentaciones y filmaciones) y la afición a conocer cosas nuevas (trabajar con marcas de moda; nuevos directores, estructuras narrativas y coolhunting)… Pero la tecnología (desde el Atari hasta mi blog personal), llegó sin previo aviso. Y desde el 2007, pasó a ser también parte de mi trabajo.
De mi carrera.
El nuevo creativo ya no piensa en Off ni en ON. Tiene en su cabeza una maraña completa de los medios y de las sensaciones que puede causar, ya no sólo con una pieza audiovisual. Conecta a la gente con las marcas de una forma nunca antes vista: los hace parte de ella. Y hace a su vez a las marcas parte de la vida de la gente. Ya no con retóricas. Con verdades.
Hoy les puedo mostrar orgulloso el trabajo de más de 2 meses: una experiencia que comenzó como un brief "común y corriente" para una campaña de postgrados de la Universidad Mayor, y que a poco andar se convirtió en una campaña completamente integrada: con avisos que llaman a un sitio responsivo. Y este, a un aplicación con realidad aumentada que pone frente a tuyo, literalmente, a un asesor personal.
Les dejo el aviso para que lo impriman; y el link para usar desde sus móviles y tablets para bajar la App y activar al Asesor Virtual. Y así vean en qué hemos estado metidos en estos últimos días.
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