28.12.06

Felisa, me muero.

Hace un año (clic) estaba armando la caja para venirme a McCann, despidiéndome hasta de las mesas y pensando en el tremendo cambio que me venía. En todo sentido.
Antigua-nueva agencia. Puesto nuevo. Hijo nuevo.
El 2006 se nos va, y es inevitable el repaso. Fue un año que, aunque no se sintió tanto –cuando te mueves no sientes el desplazamiento-, anduvo re movido: desde el nacimiento de Nicolás hasta la dirección creativa por varios meses. Desde haber puesto acelerador nuevamente (y de paso bajar como 12 kilos), hasta emocionarme al ver a Sebastián a punto de entrar al colegio. Con sus rulos y todo.
Un año más trabajólico. Menos compartido y, de todas maneras, mucho menos carreteado. Pero, por lo mismo, un año en que disfruté a concho a mi familia; aprendí mucho más de vivir en pareja –con altos bien altos y bajos bien bajos-. A regalonear. A disfrutar a mis amigos, y emocionarme al confirmar que de lo bueno poco. Fue un año de paseos empujando un coche y viendo a mi perro correr como oso de peluche a cuerda, mientras conversaba con la Romi o corría con Sebastián.
El 2006, además, fue mi último año de veinteañero. Y tuvo espasmos de disfrute y ataques de trabajo. Tuvo hartas salidas al parque. ¡Cambio de pañales!, otra vez, y golpes en el pecho cuando escuché “Pa-pá”, o lo vi escrito chueco con un lapiz scripto.
Grande, el 2006. Fuerte.
Y justo cuando uno empieza a acostumbrarse a él… se nos va.
Y llega el 2007. Nuevecito. Con toda la buena onda del cuaderno nuevo.
¿Y cómo me gustaría que viniera? Profesionalmente, más premios; más alegrías y menos trabajolismo. Con proyectos que me hagan avanzar como creativo. Pero también más tiempo para los amigos y más tiempo para mi familia. Con más disfrute y con menos locura.
Pero eso no depende tanto del año. Depende de uno, ¿no?...
Anyway, se nos fue el año del perro, señores. Y empieza la buena vibra de un año sin cargas. Un año nuevecito de paquete.
¿Cómo les tocó este? ¿Cómo quieren que les toque el 2007?
Contad. Que para eso estamos.

22.12.06

A christmas post

La Paz es un estado mental que nosotros creamos.
El Amor, es algo cíclico. Si lo das, lo recibes.
La Prosperidad no es nada si no la disfrutas.

Así que todo lo que me queda por desearte en esta Navidad,
es que de verdad, DE VERDAD, lo pases bien.
Que estas fiestas las vivas en familia.
Que te juntes a comer con los que más quieres.
Que des muchos abrazos y te rías mucho.

Porque para regalos está todo el año.
Y para el stress, la vida entera.

Feliz navidad.
Y si el 2007 viene próspero o no... qué importa.
Disfrútalo.
Eso es lo que vale.

19.12.06

Costum-bre

Anoche, luego de una prueba de vestuario para Entel (no, nunca te acostumbras a ver a modelos increíbles posando para ti), crucé Santiago con cara de resfrío y llego a mi depto. sólo para encontrarme con bad news: mi madre querida había perdido el disfraz que supuestamente voy a usar hoy en la fiesta McCann… así que, uf, a úitima hora inventando qué ponerme.

De chico me encantó disfrazarme. A los 3 años inventaba disfraces con cartón, lápices y desechos varios y me iba a salvar al mundo, que en ese entonces sólo llegaba hasta la esquina de mi casa.
Lo pasaba increíble. Mis amigos me iban a buscar y yo inventaba los “guiones” de los juegos, y los disfraces que ibamos a usar. Una tapa de bebida y un poco de scotch era un comunicador de pulsera. Las cintas de cartón de la pastelería de mi abuela, junto con un poco de papel de envolver, se convertían con un par de trazos de lápiz “bic” en una capa de batman y su bati-cinturón.
En lo máximo de la sofisticación, tomaba las medidas de mi cara, cortaba en cartón la forma de un antifaz, le pegaba un trozo de bolsa de basura negra… y, wow, se mueren como quedaba la máscara del Zorro.
Lo pasaba increíble inventando disfraces. Entre mi familia, de hecho, es famoso el “caso Guru Guru”: unas vacaciones en Las Cruces en las que se estuve casi 2 días encerrado haciendo un disfraz gigante de cartón y papel, y que terminó siendo –para mis 8 años de entonces- el mejor disfraz de Guru Guru jamás visto. Tanto así, que salí “a lucirlo” a la playa.
Con 35 grados de calor.
Todo un caso, de nene. Todo un caso.

Así que ahora, con treinta años (augh, todavía me duele la cifra), pretendo volver a conectarme con esa parte de mi, e inventar un disfraz en, cuánto, ¿cuatro horas?...
Un disfraz cómodo. Y es verano. MMm el nivel de dificultad está alto.
Ojalá me resulte. De ahí les cuento.

El jueves, eso sí. Que el miércoles nos dieron feriado para pasar la mona y no pienso ver una pantalla all day long."¡Rayos! S-si.. tan.. sólo... pudiera... inventar... un... disfraz...."

13.12.06

Relax

Mire usté qué rico:
Después de un día largo, llegar a la casa, jugar con tus hijos, despedirte de tu señora que se va a un cumpleaños (*). Luego, acostar a los niños temprano, hacerte una ensalada rica, abrir un buen vino, prender un palo santo, poner tu nuevo disco de Télèpopmusik (Angel Milk, gracias por el dato de la Blank) y disfrutar todo eso, junto a la ruma de revistas que se te han ido juntando estos días.
De postre, abrir el velador de tu señora y, ¡ajhá!, encontrar un chocolate perdido.
A eso le llamo terminar bien un martes.
Salud por eso.

(*) Aunque luego supe que estuvo la Rossana Almeyda. Rayos, me lo perdí.

12.12.06

Gústele a quien le gústele

Me aburrió el temita, oye. Hace rato.
Y, ya, comenté lo que pienso hace un tiempo y...
Y nada. Que qué rico que se murió Pinochet.
Sí, que rico.
Y no porque lo odie ni porque lo ame. Simplemente porque, por fin, vamos a dejar de hablar de lo que pasó hace 30 años. Algo que la famosa Ley -en democracia y todo- no fue nunca jamás capaz de solucionar, y que hizo que la Concertación completa se pegara sus eternos cantinflazos y no hiciera ni dijera nada, llenándose la boca con los detenidos y la dictadura y blá.
Flashback a una conversación con la tía de mi señora -secretaria DC e izquierdista hasta las patas: un día conversábamos sobre lo mal que estaba la corrupción y lo turbio que era Lagos con su MOP-Gate… y ¡zas!, que ella se pone roja y empieza a alegar por Pinochet y que los derechos humanos y que si es por comparar...
¡NO! No es por comparar. No hay que comparar.
Boli, no vale. Peras con manzanas. 30 años de diferencia; ¿democracia?... ¿le suena, oiga?

Pero esto se acabó, señores. (Léase con la voz del difunto). Gústele a quien le gústele y gústele a quien le gústele, se murió el caballero. Y, espero, también se murió buen parte del tema.
Así que ahora los quiero ver. Ya. Partieron. Se acabó el recreo. A trabajar, mierda, que de tanto mirar para atrás ni se dieron cuenta el tremendo Iceberg que tenemos al frente.
A remar. Que llevamos 30 años peleando; y por lo mismo casi nadie está votando.
Porque se quedaron pegados.
Pero a ver qué pasa ahora, pues. Ahora que se les despegó la pata y hay que empezar a caminar.
A ver a donde vamos a llegar.
Orale, entonces.

7.12.06

About nothing

¿Algo que comentar?
Y... no mucho, la verdad.
Que ayer fue la fiesta de los niños en Mampato y lo pasé mejor que cualquier niño.
Que el Blogger Beta es una mula. Así que no se les ocurra cambiarse como yo. Puros cachos.
Que me llegó plata por Review me! pero no me funciona el maldito PayPal.
Que me regalaron un Dunny (el mío es el rojo) para mi cumple, así que feliz.
Que es finde largo y no veo la hora de irme a la parcela.
Que subiendo por Apoquindo, casi al llegar al pueblito de Los Domínicos, descubrí Top Center, con ropa de verdad increíble y de verdad botada de barata.
Que me bajó la locura y cambié de lugar por enésima vez los muebles del living.
Que empecé a leer el último libro de Palahniuk y me cago de miedo solo.
Que voy en el tercer disco de "24" y estoy pegadísimo.
¡Ah! y sobre la misma: hoy estrenan Casino Royale, basado en el primer libro de 007. Así que sáquense los prejuicios y vayan a verla, que dicen que está buenísima.
Y...
Y nada. Eso.

Si tiene algo-nada que decir, no lo diga. Escríbalo. Acá abajito.
Buen finde largo.

5.12.06

02.12

El día de mi cumpleaños partió con mi copa levantada sobre la piscina del piso 18, y gritando un “¡salud!” que fue respondido por todas las personas que quiero. Mi cumpleaños sorpresa fue sin duda el mejor de mi vida.
Pero eso fue en la noche. Porque el día de mi cumpleaños propiamente tal partió con el auto cruzando la represa de Rapel a 80 por hora. A cada lado, agua cristalina. Y patos tomando el sol tranquilos. La Romi a mi lado. Y, detrás, la silla de Nicolás vacía.
El silencio absoluto, de no ser por Babasónicos, Red Hot u otro CD de viaje. Una escapada en pareja, de esas que hace tiempo que no teníamos, con ocasión de la puesta de argollas de Rec & V. Un cuasi matrimonio, tan importante para nuestros friends que, incluso, no me importó que fuera el día de mi cumpleaños No.30.
El karma, la fiesta del día anterior. Que ni la vi venir.
Así que a 120 por la carretera. ¿El destino? Cahuil. Un pueblito de pescadores al lado de Pichilemu, a 4 horas de Santiago.

So…
4 horas y varias perdidas más tarde, llegábamos a las cabañas para dejar los bolsos y el smog, y cambiar el short por traje de baño.
Todo el mundo listo para empezar la “seratta”: Una mesa a lo té club con un asado estratégicamente al lado de la piscina, un rato de relajo, saludar a los invitados… y, ya; partimos. A arreglarnos para el evento.
Y claro, entre tanta locura y que los regalos del cumpleaños y el cuasi hachazo por la noche anterior, se me quedó la chaqueta y los zapatos. Así que fui el menos estiloso en esta fiesta ultra-estilosa sacada de una revista de diseño: frente al mar, en Pichilemu, un moderno lounge (“El Secreto”); muy a lo Assadi, se convirtió por una tarde en un escenario lleno de flores frescas, mesas blancas y un cielo de atardecer frente al mar que coronó una ceremonia cortita y llorada. Increíble. Y que terminó con los novios partiendo con sus anillos brillantísimos en una Victoria y el sol escondiéndose en el agua, un viento tibio como nunca visto en la playa de Pichilemu… y el desfile de empanaditas de mariscos, ceviche y cosas ricas que no paró más.


Lo pasamos increíble. La tarde dio paso a la noche. Los novios volvieron sonriendo mientras un mozo con pinta de surfer argentino armaba una fogata en la arena, a medio metro de donde tomábamos champaña.
La música de chill out llenó el ambiente.
Camarones ensartados en locos; quesos frescos, jugos naturales. La comida seguía saliendo. Pasteles de jaiva en miniatura, quiches; el lugar se llenaba de risas y flashes de cámaras, y nosotros poco a poco ibamos conociendo a los demás invitados.
Mientras, la dueña se unió a la fiesta, bajó los sofás a la playa y yo pasé de la champaña al vino. Y torta de mazapán para acompañar la conversa.
La Romi, preciosa; V, la novia más guapa que hay. Rec sin caber de contento. Luego recordé que ese mismo día había nacido su viejo, ya fallecido hace unos años, y me dejó de parecer raro que el lugar fuera tan perfecto. Que no hubiera viento. Que la luna lo llenara todo: el papá del novio también estaba invitado.

Corte. Afterhour en las cabañas. Más música, más risas, y el vino que se convierte en Cubalibres. Sale la cámara y empezamos a grabar pasos de baile y slip flops varios.
Encima de todo, el relajo. Aaaaah, el relajo.

Fundido a domingo. Me despierto sin la espalda adolorida por patadas y con un sol increíble. Seguimos a Rec hasta un lugarcito donde comimos ostras (¡las mejores y más grandes que he comido en mi vida!) y empanadas de camarón bien regadas con cervezas muy heladas. Luego, una pasada rápida a la playa… Y el asado del final: Costillitas de cordero, la especialidad de la zona, y un vino blanco para acompañar uno que otro piquero tardezco.

A la vuelta, el precioso valle. Santa Cruz y San Fernando con luz del atardecer, la Romi durmiendo a mi lado y un viaje que termina con Carla Bruni cantándome suave.
Un viaje de esos que te dan ganas de dar media vuelta y volver.
Pero no. Mejor dejar a los novios solitos en su cabaña con vista al mar, ¿no?.
Enjoy.
Y bienvenidos al club.

4.12.06

¡Sorpresa!

Y se acabó el viernes. El último día de mi veinteañez.
Y como tal, ya asumiendo que mi fiesta era la próxima semana, acepté la invitación que horas antes –comiendo sushi en la azotea y tomando algo del esquivo sol que nos tocó-, me había hecho my buen amigo H para pasar de los 20`s a los 30`s con un asado ahí mismo. Algo relajado; sólo los 4.
Así que a las 9 pm figuraba yo subiendo la parrilla de H a la azotea, con la Romi y H pisándome los talones… cuando veo que las mesas de arriba estaban demasiado llenas y demasiado decoradas.
No alcancé a reaccionar. Un ¡SORPRESA! tronó delante de mí, y se perdió por el cielo del piso 18, cuando todos mis parientes y amigos aparecieron delante de la piscina, con copas en la mano haciendo un salud.
Wow.
¡WOW!
….
Wow.
Una vez más, la Romi se las mandó. Y como nunca. Se las ingenió para que no me lo esperara para nada –“organizando” una supuesta fiesta para la próxima semana, con llamadas de confirmación y todo. El resultado, una fiesta armada en la azotea del lugar más ondero que conozco, con piscina, casi todos mis amigos y conocidos, picoteo increíble, música… ¡¡y hasta los regalos!!, tan bien dateados que ya no sé qué pedir para navidad.
Increíble, mi señora. In-cre-íble, para armar una fiesta así de gigante con dos críos bajo el brazo y sin dejar de tener todo funcionando perfecto.
Tanto así, que para que yo no notara nada anduvo matuteando con una amiga, cosa que ni en la cuenta corriente se notara la sorpresa.
Todo perfecto. La torta exquisita. Los regalos increíbles.
Pero lejos lejos lejos, el mejor regalo de mi cumpleaños No.30, fue ella misma. Porque más allá del lugar, y la preparación, la comida, los amigos… su tiempo y dedicación fueron la muestra de amor más grande que he visto.
Y fue para mi.
Gracias, amor.
Gracias.

1.12.06

Pre-party

Mañana es mi cumpleaños. Ya se los dije, ando pegado. Obvio, si no es cualquier cumple. Es mi cambio de folio!
30 años. Uf.
Y como también es el matrimonio de dos buenos amigos, cambié la celebración para la próxima semana.
Así que hoy, Sebastián y la Romi me despertaron con velitas.
Me emocioné. De verdad. ¿Será la vejez?... Sebastián me hizo un dibujo increíble y una carta que dice “Feliz Cumpleaños, papá”.
La hizo él. Y eso que no sabe escribir.
Imagínate lo que le debe haber costado hacerla.
Y la Romi, me trae una caja enorme con 30 regalos chiquititos. Desde mis clásicas Pastillas Droste (Qué belgas; ese es el mejor chocolate del mundo) y mi ron favorito, hasta una agenda de Los Simpson.
Hoy es mi último día de veinteañero. Y, bueh, el piscinazo donde H no sé si vaya, con lo nublado que empezó el día…
Pero qué tanto. Es mi último día de veinteañero y lo voy a aprovechar a concho.
Dentro de lo que se pueda dentro de un cubículo, claro. Pero lo voy a aprovechar.
De ahí les digo como. Porque ni yo lo sé.
Salud.

Pucha... no quiero cumplir 30.